Interacción entre iguales. Permite que alumnos con capacidades y motivaciones diferentes aprendan juntos para que puedan aprender unos de otros y estimularse mutuamente para el aprendizaje.
Heterogeneidad. Facilita la distribución del alumnado en grupos heterogéneos para atenderlo en su diversidad (capacidad, cultura, interés…), evitando el efecto negativo de las distribuciones homogéneas y de las «etiquetas» (efecto Pigmalión).
Convivencia. Los alumnos «diversos» aprenden a convivir en grupos heterogéneos. La convivencia supone algo más que la tolerancia. Admite que vivir juntos es posible, afirmando lo que cada uno es y buscando y aceptando lo que los otros nos ofrecen.
Fomento de valores como la solidaridad, la ayuda mutua, el respeto por las diferencias, la convivencia, etcétera.
Competencias comunicativas. Por ejemplo, expresar, argumentar e interpretar pensamientos, sentimientos y hechos; escuchar las ideas ajenas; aceptar y realizar críticas constructivas…
Competencias sociales, como practicar el diálogo y la negociación para resolver conflictos, o trabajar en equipo aportando lo que uno sabe a lo que saben los demás para resolver juntos problemas comunes.